O bien reírse. Reírse. Reírse hasta llorar. Hasta llorar de felicidad. Reírse hasta creer que te partes en dos, que te estás dividiendo. Reírse hasta pensar que se te desgarrarán los músculos del abdomen de tanto que te ríes. O hablar de algo serio. Sentiste especial. Más especial de lo que te puedes sentir en cualquier momento. Sentirte como un niño el día de los reyes magos con unos cuantos paquetes a tu alrededor y la mirada de unos padres con los ojos brillantes que a pesar de tener la cartera vacía tienen el corazón lleno..
Sí. Es mucho más complicado regalar felicidad. No la venden. Y si la buscas, si la persigues, la muy perra se esconde. Pero es lo que más llena y los vestidos pasan de moda. Los relojes pierden pila. El dinero se gasta... pero las risas, los lloros, el recuerdo de un beso permanece tanto tiempo como tu desees... Yo, para mi próximo cumpleaños, quiero una caja enorme con recuerdos nuevos.
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